Por: Óscar Rodriguez
Nuestra cultura globalizada ha acogido el término “salir del clóset” para referirse al anuncio público de nuestra diversidad sexual y de género. Definiendo el fenómeno de la salida del clóset, Guittar (2013) identifica dos supuestos claves: auto-identificarse como una persona con diversidad sexual y de género, y poder anunciar esto abiertamente a los demás. Si bien esto es cierto, los medios nos han vendido una idea de salir del clóset que tiende a ser bastante ficcionalizada y, sobre todo, simplista. Sin embargo, este proceso tiende a ser mucho menos lineal y más disperso de lo que pensamos.
¿A qué llamamos salir del clóset exactamente? Aunque el origen exacto de la frase no es conocido, ya para mediados del siglo XX la frase ganó popularidad entre personas con diversidad sexual y de género (Waxman, 2017). La metáfora se resume en que las personas LGBTQIA+ tendemos a tener que reprimir parte de nuestra sexualidad o identidad de género y guardarla, como guardamos ropa en el clóset. Sin embargo, “salir del clóset” no significaba esto originalmente. El término como tal no comenzó con la frase “salir del clóset”, sino simplemente “salir”, o come out en inglés. Como muchos aspectos de la cultura queer, “salir” se utilizaba para referirse específicamente a personas de la comunidad ballroom en Nueva York, cuando debutaban dentro de esa escena (Brabaw, 2018). Con el tiempo, y con la creciente popularización del ballroom, esta frase entró en el léxico popular, representando el momento en que una persona declara abiertamente su identidad sexual o de género.
Salir del clóset es un acto significativo para muchas personas, por lo cual tiede a ser una experiencia que siempre va acompañada de una gran pregunta:
¿Cuál es el momento correcto para hacerlo?
La realidad es que, por más cliché que suene, no hay un momento específico para hacerlo. Si somos lo más pragmáticos posibles, la salida del clóset debería poder ocurrir no tan tarde en la vida, pero cuando tenemos los recursos suficientes para enfrentar cualquier situación negativa que sea realísticamente posible. Esto de realista es muy importante, pues muchas veces tendemos, por la ansiedad, a catastrofizar la experiencia mucho antes de que ocurra. Y la realidad es que, a pesar de que es un evento que toda persona queer tiene que pasar, sería irresponsable e idealista pensar que todo el mundo tiene la misma experiencia saliendo del clóset.
Nuestras características sociales y vitales juegan un rol en cómo la experiencia puede transcurrir, para bien o para mal. Por ejemplo, para la sorpresa de nadie, la Generación Z tiene el mayor porcentaje de personas fuera del clóset que cualquier otra generación, y las generaciones que le preceden muestran un patrón claro: mientras más joven es la generación, mayor es el porcentaje de personas que se identifican como LGTBQIA+ (Jones, 2022). Esto se extiende a nuestro país, donde, aproximadamente, más del 35% de las personas que se identifican como parte de la comunidad son de la Generación Z (PNUD, 2022). No debe de resultar sorpresivo que haya más personas fuera del clóset de generaciones más jóvenes. Además de que hoy en día hay mucha mayor aceptación para la diversidad sexual y de género que en generaciones pasadas (Smith et al., 2014), se ha demostrado que las nuevas generaciones muestran un mayor interés en los derechos de la comunidad, y un mayor índice de aceptación hacia personas LGTBQIA+ (Migdon, 2022). Puede ser por esto que, para muchas personas más jóvenes, salir del clóset sea algo con menores implicaciones sociales o menos complejo que para personas queer más adultas, sobre todo aquellas que ya tienen décadas viviendo una vida en secreto.
La realidad socioeconómica de la persona también puede condicionar significativamente la experiencia de salir del closet. Muchas personas LGBTQ+ viven en condiciones de pobreza, sobre todo por la discriminación económica que permea la comunidad y las amenazas de vida a las que son expuestas (Kia et al., 2021). Según Barrett & Pollack (2005), las personas con diversidad sexual de menores recursos tienden a identificarse menos como personas LGTBQIA+, sobre todo al no poseer recursos para lidiar con las posibles consecuencias que puede tener la salida del clóset. Asimismo, no resulta difícil pensar que las personas de escasos recursos pueden tener menor acceso a información para entender más su identidad y educar a los demás sobre ésta. De por sí, muchas personas LGBTQ+ empobrecidas ya están expuestas al clasismo dentro de la comunidad (Burnes & Singh, 2016), por lo cual salir del clóset puede suponer aún más estrés.
Salir del clóset también puede variar de acuerdo con cómo te identifiques dentro del espectro LGBTQ+. Ziman (2009) argumenta que la experiencia de salir del clóset tiende a ser más compleja para personas trans, debido a que dicha salida tiene mayores implicaciones. Primero, la salida puede ser tanto antes como después que la persona transicione como tal, lo cual puede tener diferentes consecuencias. Para el antes, por ejemplo, está la expectativa y la ansiedad que puede causar el que los demás se adapten o no a la nueva identidad recién compartida (usar los debidos pronombres, adaptarse a un nuevo nombre). Y para el después, está la ansiedad de que las personas mantengan su afecto y confianza, y que no reaccionen transfóbicamente o cambien su manera de interactuar sólo por enterarse que alguien que conocen por mucho tiempo es trans. Pero además de la posibilidad de salir del clóset en diferentes momentos, salir del clóset como trans puede ser una experiencia totalmente diferente a salir como gay, lesbiana o bisexual debido a la diferencia en el apoyo percibido de la sociedad. A pesar de que el apoyo de los demás puede ser un elemento mediador en la experiencia de salir del clóset (Brumbaugh-Johnson & Hull, 2018), las personas trans tienden a ser las menos apoyadas de la comunidad (Dargie et al., 2014), lo cual puede servir como un factor agravante en su experiencia. Además, ser trans no significa que la persona no pueda también ser gay, bisexual, asexual, etc… por lo cual muchas personas trans tienden a salir del clóset en más de un aspecto de su vida.
A pesar de todo, es bueno saber que salir del clóset tiene consecuencias positivas importantes en nuestra salud mental. Es cierto que el tiempo entre el momento que nos damos cuenta de nuestra identidad y el momento en el que le decimos esto a las personas puede ser extremadamente difícil. La ansiedad del “qué dirán”, las dudas sobre cómo cambiará todo e, incluso, las constantes interrogantes sobre nuestra propia etiqueta identitaria pueden llevarnos a momentos de crisis e incertidumbre. Sin embargo, las investigaciones sobre salir del clóset han identificado cómo ésta es una experiencia con muchos beneficios psicológicos. Algunos estudios han encontrado que salir del clóset disminuye los niveles de sintomatología depresiva en la persona, además de aumentar sus niveles de autoestima (Russell et al., 2014; Henry, 2013). Esto quiere decir que, progresivamente, la salida del clóset nos ayuda a sentirnos más cómodos con nuestra identidad, y mucho menos desamparados. Además, salir del clóset puede llevar a menores niveles de auto-estigmatización (percibirse como inferior) y prejuicio (Duc et al., 2020). Grosso modo, se puede decir que salir del clóset puede aumentar las emociones positivas en la persona y mejorar su autopercepción.
Aunque salir del clóset tiende a traer cambios positivos en la persona, sigue siendo un periodo de transición para la persona. Por eso, también es útil reconocer cómo la salida del clóset puede generar desestabilidad, y cómo podemos evitar que esto llegue a ocurrir. Por ejemplo, hay estudios que sugieren que los hombres que acaban de salir del clóset tienen un mayor riesgo de desarrollar depresión, debido a la falta de apoyo o crisis percibida (Pachankis et al., 2015). En adición, la dinámica familiar se puede ver afectada al salir del clóset, especialmente en familias que no son abiertas con el tema, generando malestar en la persona (Russell & Fish, 2016). Por eso, resulta muy importante estar pendiente de la situación familiar, y de qué tanto apoyo la familia posiblemente muestre al momento de salir del clóset. Inversamente, el apoyo de la familia resulta ser un factor positivo en muchos casos, y puede mejorar la calidad de vida de la persona (Biswas & Chaudhuri, 2018; Russell & Fish, 2016).
La salida del clóset es claramente el primer paso para una nueva etapa de la vida. Dejamos de vivir con el peso de estar escondidos, comenzamos a actuar y vestirnos más libremente, cambiamos la manera en la que vemos nuestro futuro y, en muchos casos, encontramos nuevas relaciones que afianzan nuestra identidad. En los mejores de los casos, nuestra salida del clóset también influye en desestigmatizar la diversidad sexual y de género, a romper la ignorancia de muchas personas que caen en la homofobia, bifobia o transfobia sólo por falta de conocimiento. Pero, para que este proceso sea lo más ameno posible, debemos de ser conscientes de que tenemos los recursos mentales necesarios para hacerlo. Quizá en algunos casos, sea bueno tener un plan B, un contacto de emergencia o un lugar donde ir si presiento que tendré que huir de casa. O quizá en otros contextos, mi única preocupación sería simplemente decirle a la otra persona. Definitivamente, la experiencia de salir del clóset va a ser variada, y posiblemente será un evento que tendremos que hacer varias veces, tanto con nuestros allegados como con personas que nunca más volveremos a ver en la vida. La buena noticia es que, mientras más lo hacemos, más vamos afianzando nuestra propia identidad, y más le podemos perder el miedo.
Es por eso que salir del clóset no termina con simplemente decirlo una primera vez.
Adentrarse en la cultura queer es un proceso gradual, pero que nos ayuda a sentirnos en una familia elegida. Snapp et al. (2015) sugieren que construir círculos de apoyo es un factor sumamente protector para que la experiencia luego de salir del clóset sea lo más amena posible. Encontrar espacios donde nuestra identidad no es solamente aceptada sino celebrada puede ayudarnos a vivir vidas más plenas y a sentirnos incluidos dentro de la sociedad. Si bien es una tarea que puede sonar más fácil dicha que hecha, la ventaja que tenemos hoy en día es el internet, que puede servir como un puente para conectarnos con otras personas queer y con ideales y valores como los nuestros (Berget et al., 2022). Asimismo, vivimos en una sociedad cambiante, que poco a poco se va abriendo al tema. Además, luego de salir del clóset, nosotros mismos podemos servir de ayuda para aquellas personas que no han podido dar el paso todavía, brindándole nuestro apoyo y directrices para facilitarles el proceso.
Es parte de nuestra responsabilidad como personas de la comunidad servir de soporte el uno para con el otro, logrando que un evento tan significativo como salir del clóset sea la mejor experiencia posible para todo el mundo.