ESCRITO POR: FRANK ABATE
La Navidad debe ser la fiesta tradicional más universal de la humanidad.
En algunas tradiciones el Día de Acción de Gracias o el Dia de la Cosecha o la Pascua son más importantes. Sin embargo, la más popular en el mundo de hoy es la fiesta que conmemora, tanto el inicio del proceso en que la oscuridad física empieza a mermar en el hemisferio norte, como el cierre anual del calendario gregoriano, que nos rige desde la edad media.
Esta fiesta, enraizada en el Cristianismo como el nacimiento de Dios – hijo, se origina mucho antes y era celebrada en muchas culturas. Entonces, cuando la ciencia no era tan clara, ni la educación tan común, era el inicio del ciclo mágico que gobernaba la vida.
Pues, de muchas maneras, el ciclo que iniciaba determinaba las cosechas con lo que la humanidad, ya sedentaria, se alimentaba. Y, aunque no se entendía del todo, se intuía.
Tanto entonces como ahora, es la fiesta que nos conecta con la fuerza que sostiene la vida inherente a todo lo creado. Esa fuerza, el amor, está al centro de todo, hoy y ayer.
Como sea que las celebres, felices fiestas. Que lo importante no es la denominación, si no la conexión con la vida, desde el amor.