Durante el segundo semestre del 2023, la Iglesia Católica, particularmente el Vaticano y el Papa, ha ido adoptando una serie de medidas que la acercan a su grey LGBTQIA+. Dos de esas medidas nos tocan directamente, las otras indirectamente. Todas, invitan a los católicos dominicanos a reflexionar acerca de su propia vida.
De las directas, la primera es que, en julio, el Papa Francisco decidió aceptar la renuncia del Monseñor Víctor Masalles. La segunda tuvo lugar en diciembre, cuando el Vaticano reafirmó el acceso a la Eucaristía para madres solteras. Esta aclaración responde a un dubio del obispo dominicano Ramón Alfredo de la Cruz Baldera, que expresó preocupadamente que algunas solteras “se abstienen de comulgar por miedo». Frente a la pregunta, el prefecto del dicasterio para la Doctrina de la Fe, Víctor Fernández, respondió: “Se debe trabajar pastoralmente en la iglesia local para hacer comprender que el hecho de ser madre soltera no impide el acceso a la Eucaristía. Como el resto de los cristianos, la confesión sacramental de los pecados cometidos les permite acercarse a comulgar».
A estas dos respuestas, le podemos sumar la declaración del Vaticano en noviembre que permite que las personas transgénero, sin ánimo de escándalo, puedan ser bautizadas, actuar como padrinos/madrinas en un bautismo o como testigos en una boda. Esta respuesta representa un cambio en la postura formal de la Iglesia y responde a la dubia presentada por el Obispo José Negri, quien escribió seis preguntas en torno a las personas LGBTQIA+ y su participación en el bautismo y el matrimonio.
Ese mismo mes, el Papa Francisco acepta la renuncia del Obispo Tejano Joseph Strickland, producto de investigaciones en la Diócesis de Tyler. Finalmente, en diciembre, el Vaticano lanzó “Fiducia Supplicans”, documento que busca asegurar al clero lo correcto de bendecir a cualquier persona, independientemente de su condición o no de pecado. Este alude explícitamente a los creyentes en relaciones homosexuales y parejas “irregulares”. Un cambio fuerte en la doctrina pastoral de la Iglesia, que históricamente ha negado la bendición a las parejas homosexuales por la doctrina heteronormada del matrimonio cristiano.
Estas cuatro acciones, tomadas en el curso de 5 meses, pueden parecer tímidas para la aceptación que reclama la grey católica liberal, apegada a la doctrina social de la Iglesia. Sin embargo, valen mucho después del conservadurismo que ha guiado a la Iglesia desde la caída del muro de Berlín. Cuando el Papa San Juan Pablo II y el Cardenal Joseph Ratzinger expulsaron a los grupos pastorales que servían la comunidad LGBTQIA+, justo en el pico de la epidemia del VIH, provocando soledad en los católicos cuir frente a una iglesia “universal” sorda y cruel. Es luego que, vilmente, gran parte del clero y la feligresía priorizaron los pecados sexuales sobre los demás. Las acciones del Vaticano en el 2023 mandan dos olas de choque importantes. A la ala conservadora, que no podemos negar la caridad de la aceptación a nadie. Y a la iberal, vengan que cabemos todos.
La Iglesia dominicana, tan conservadora en sus juicios pero tan liberal en la realidad que habita, entre feminicidios y niñas embarazadas. Un gran número de homosexuales practicantes reclaman una respuesta pastoral que sea no sólo teológicamente correcta, si no que responda a la caridad y el amor al prójimo como axiomas indispensables del evangelio de Cristo. Que nuestro pequeño país haya escenificado dos de los signos lanzados por El Vaticano al mundo hablan de lo mucho que nos queda para avanzar, juntos hacia un futuro mejor para todos.